Óscar Fernández Capetillo: «La ciencia es curiosidad estructurada»
agosto 14, 2020
El científico del CNIO y Premio FPdGi Investigación Científica ha recibido 150.000 euros de la UE para investigar un nuevo tratamiento para tumores pediátricos

El bioquímico Óscar Fernández Capetillo afronta el verano sumando un nuevo reconocimiento a su trayectoria profesional. El Consejo Europeo de Investigación le acaba de conceder una “ERC Proof of Concept”. Este nuevo reconocimiento se traducirá en una financiación de 150.000 euros que le permitirá avanzar en el desarrollo de su proyecto TARGETSET centrado en investigar el potencial preclínico de un compuesto que podría ayudar a tratar algunos tumores pediátricos que tienen mal pronóstico. En esta entrevista hablamos con Fernández-Capetillo sobre sus proyectos, sobre la ciencia y sobre la vocación.

¿Qué significa haber recibido el “ERC Proof of Concept”?
Te da mucha confianza. El Consejo Europeo de Investigación es una entidad muy prestigiosa y su proceso de evaluación es muy exigente. Por eso, que te concedan financiación es motivo de orgullo y te demuestra que la gente confía en que estás haciendo bien las cosas.

El Consejo Europeo de Investigación sigue el modelo americano en el que prima el currículum del investigador que lidera el proyecto. 
Exacto. Normalmente en Europa estamos más orientados a proyectos y creo que es un error catastrófico. Para mi, y a los hechos me remito, funciona mucho mejor el modelo americano que selecciona a las personas por lo que han hecho en el pasado. Aquí somos más proyectistas y nos piden que digamos que vamos a hacer exactamente. Si uno hace ciencia de fronteras necesariamente va a estar perdido el 90% del tiempo. Si yo ya sé lo que voy a hacer dentro de cinco años, quiere decir que no tiene mucho interés.

Entiendo.
La ciencia es curiosidad estructurada. Si uno parte de una idea preconcebida de lo que quiere encontrar generalmente si lo encuentra no va a ser muy interesante.  En ciencia las cosas más interesantes las encuentras no sé si llamarlo por accidente pero sí prestando atención a detalles que parecen insignificantes. Si hace diez años me preguntan lo que iba a estar haciendo ahora no lo habría podido predecir y espero que dentro de otros diez años esté haciendo cosas que ahora ni tan siquiera imagino.

¿En qué consiste vuestra investigación actual?
Durante muchos años nuestro grupo en el CNIO se ha centrado en intentar entender los mecanismos que utilizan nuestras células para proteger su ADN. Nuestra ilusión era entender este proceso para desarrollar terapias tumorales que dañen selectivamente las células tumorales o para retrasar el envejecimiento. Pero nuestro proyecto actual nació por accidente.

Un ejemplo de que en ciencia no se puede partir de ideas preconcebidas.
Nuestra idea original era desarrollar un nuevo tipo de fármacos para tratar enfermedades autoinmunes. O sea que no podíamos errar más el tiro. Conseguimos un tipo de moléculas que tenían propiedades muy interesantes y que eran capaces de matar a células tumorales en placas de cultivo.

Como parecía bastante interesante dedicamos un esfuerzo de bastantes años en tratar de averiguar por qué. Esto es muy frecuente en investigación biomédica. Uno tiene una molécula que hace algo muy interesante pero realmente no tienes ni idea de por qué. Hasta que se conoció para que servía la penicilina, por ejemplo, pasó casi un siglo.

¿Cuál fue el siguiente paso?
Identificar lo que estábamos haciendo (target identification) nos llevó cerca de tres años y al final lo adivinamos. El compuesto nuevo que habíamos generado era un inhibidor de una proteína que se llama SETD8.

Nos dimos cuenta que tenía mucho potencial porque en ese momento surgieron unos cuantos trabajos que sugerían que inhibidores de esta proteína podían ser muy útiles en algunos tipos de tumores pediátricos que tienen muy mal pronóstico. Nos dimos cuenta que lo que teníamos entre manos podía ser realmente útil.

Interesante… 
En ese momento empezamos a buscar financiación porque ahora el trabajo que toca es el de farmacología. Nuestro compuesto es muy inicial. Si queremos llegar hasta los pacientes debemos mejorarlo. También queremos identificar mejor a qué pacientes podría beneficiar este medicamento.

VOCACIÓN Y TRAYECTORIA

¿Por qué  decidiste investigar sobre el cáncer?
No fue accidental. Yo quería estudiar matemáticas porque uno de mis tíos era un matemático excepcional. Para mi, él era mi role model. Cuando tenía que hacer la selectividad, viví un par de casos de cáncer muy cercanos y fue ahí cuando giré un poco el timón. Pensé que ya que quería hacer ciencia, iba a estudiar biomedicina e investigar el cáncer.

¿Qué le dirías a los jóvenes que quieren dedicarse a la investigación pero tienen dudas?
Les diría que pese a que en su entorno más cercano no lo ven, las empresas más potentes del mundo, quitando las tecnológicas, son empresas biomédicas. También les diría que no lo hagan con interés comercial. Siempre repito una frase de Mark Twain: “Una persona puede vivir sin muchas cosas en esta vida menos sin su aprobación”. Si no haces lo que te gusta, no vas a ser feliz.

Pese a todas las circunstancias, considero precioso dedicarse a la ciencia. Siempre te estás haciendo preguntas y te rodeas de gente con iniciativa y que quiere ayudar. Es acogedor sentirse parte de este barco.

MÁS INFORMACIÓN